Aunque los ejecutivos de las grandes marcas lo niegan, la huelga salvaje de mosquitos –normales y tigre- puede hacer que sus imperios se tambaleen. Siguiendo las directrices de los sindicatos, los insectos están incumpliendo los servicios mínimos, y no están picando absolutamente a nadie. “Es una vergüenza”, exclama Raid von Bloom, portavoz de la patronal de matabichos. “La gente puede dejar las luces encendidas incluso con las ventanas abiertas, y ya nadie altera el sueño de la gente con sus trompeteos”.
A esto replica ardorosamente Bzz Aguixón, el presidente del sindicato mayoritario de insectos voladores. “Si quieren que la gente vuelva a comprar sus productos, tienen que hacer que huelan bien. Con los insecticidas actuales no hay manera de tener una muerte digna”. “Y, además”, añade, “salimos feísimos en los anuncios, como si no hubiera auténticos bellezones entre nuestra población. Esto se tiene que acabar de una vez”.
Veremos cómo termina este conflicto. De momento, este verano amenaza con ser el primero de la Historia sin picotazos, lo que puede ser una catástrofe para el sector turístico.