Los inspectores de la OCU
están que no paran. Tras su demoledor análisis de las hamburguesas de los supermercados,
ahora han divulgado otro informe que promete sacudir la industria alimentaria
hasta sus mismos cimientos. Según cuentan, las autoridades sanitarias de Kafiristán,
tras analizar varias muestras de yogur griego escogidas al azar entre los
diferentes comercios del ramo, han encontrado compuestos orgánicos que nunca
deberían estar allí, y entre ellos, oh escándalo, restos de ADN de minotauro.
Se defiende de estas
acusaciones Giannakis Rastapopoulos, presidente de la Feta Queso Company. “A
ver, chaval, no voy a negar que es posible que pase lo que dices, y que haya
habido alguna interferencia, vamos a llamarla biológica, en nuestras granjas de
yogures. Pero llamarla contaminación, cuando la carne de minotauro no solo no
presenta riesgo alguno para la salud, sino que además está de chuparse los
dedos, me parece un pelín exagerado”. Opinión que no comparte Bacterius Pipetautomatic,
uno de los científicos kafiristaníes que han destapado el escándalo. “Pero en
absoluto, eh”.
Mientras las
autoridades investigan, las cadenas de supermercados han adoptado las medidas
de protección de dictan para esos casos sus protocolos, consistentes en cambiar
el etiquetado de los yogures, y hacerlos pasar por procedentes de Calahorra. Así
que todos podemos estar tranquilos.
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